
12 Ene Las increíbles termas romanas de Galicia que ha puesto de moda el último fenómeno de Netflix
En Porto Quintela, Ourense, donde se encuentra uno de los campamentos romanos mejor conservados, el agua está a una temperatura entre 36º y 48º grados.
Las dos primeras bañeras —están dispuestas en parejas— se descubrieron entre los escombros y el lodo alrededor de 1985. La pista clave para los arqueólogos fueron las burbujas que emergían desde el fondo del agua —el calor que procedía de las termas se mezclaba rápidamente con el frío del embalse—. El Ayuntamiento de Bande y la Confederación Hidrográfica han ido recuperando otras de las pequeñas piscinas, que se corresponderían con las viejas instalaciones de una casa de baños fundada en el XIX.
«La zona termal de Os Baños de Bande ha sido objeto en los últimos años de importantes obras de mejora, destacando especialmente la intervención realizada en las pozas y la recuperación de algunas de las antiguas bañeras; ya que la subida del nivel del agua del embalse durante varios meses limita hoy en día, un mejor aprovechamiento termal de la zona», explican desde el proyecto Aquis Querquennis 3D. El sitio, a pesar de su excepcionalidad, sigue siendo un gran desconocido.
El campamento, según las últimas investigaciones, estuvo habitado por la Cohors III de la Legión VII Gemina, una de las unidades que fundó la ciudad de León. El trazado y alzado responden al esquema habitual de la época, con una cuidada geometría y unas imponentes puertas en la muralla. Gracias a las excavaciones se ha recuperado el cuartel general, que estuvo recubierto con tegula, dos grandes hórreos adosados entre sí para el almacenaje de alimentos no perecederos, un edificio que tendría la función de hospital o de residencia del pretorio y las vías y canales de drenaje.
En cuanto a los barracones de los legionarios, se han prospectado cinco en su totalidad y otro parcialmente. Las estancias o contubernia, en las que podían vivir hasta ocho soldados, dividían el edificio en dos alas, eran de tierra batida y a su vez se desgajaban en dos partes: un espacio destinado al sueño de los legionarios y los hogares. A la entrada de los barracones se encuentran unas bases circulares, que serían la parte de abajo de hornos comunitarios.
La muralla del campamento, hecha con pequeños bloques de granito y un relleno compactado con mampuestos pétreos, era el pilar del sistema defensivo. Con las esquinas redondeadas y torres que se iban intercalando, tenía una anchura de unos 3 metros y una altura próxima a 5m. En paralelo, por el exterior al perímetro de la muralla, se excavó un foso, de perfil en V, de cuatro metros de profundidad, interrumpido únicamente a la altura de las cuatro entradas monumentales con las que contaba el fuerte.
El sistema defensivo se completaba con el intervallum de 11 m de anchura, un espacio de seguridad sin construcciones entre los muros y la primera línea de edificaciones. Los arqueólogos también han investigado las letrinas, en donde se han documentado un canal de desagüe, una cloaca central y un espacio en el cual se situarían unos bancos de madera o retretes, no conservados por el material perecedero del que fueron hechos.